Psicología de Niños y Adolescentes: ¿Debo llevar a mi hijo al psicólogo? / por : Natalia Salas Tejada Psicóloga Universidad Gabriela Mistral / Ceril. Agosto 2005

El periodo de la niñez se ha considerado como una época mágica, protegida de las dificultades y responsabilidades que enfrentamos los adultos. Pero lo cierto es que muchos niños y adolescentes sufren. El sufrimiento psicológico o emocional puede ser por causas diversas y a veces pasa desapercibido por los adultos. Algunos niños sufren por eventos que han ocurrido o están ocurriendo actualmente en sus vidas: el rechazo de sus amigos, la dificultad en alcanzar las expectativas que se le imponen en el colegio o en la casa, el nacimiento de un hermano, la separación de sus padres o sus conflictos, la muerte de un familiar, etc. Muchos niños encuentran formas de enfrentar con éxito sus dificultades, mientras que otros, ya sea porque no encuentran el apoyo que necesitan o porque su forma de ser se vuelve frágil, no lo logran así.

El presente artículo tiene por objetivo ser una guía general, señalando los trastornos que se dan en niños y adolescentes y que pueda ser de utilidad a padres u otras personas involucradas en la crianza y educación, de manera de ser capaces de percatarse de señales que sean preocupantes y que impliquen que el niño deba ser evaluado por un psicólogo infanto-juvenil.

  • ¿Cuáles son las señales que se deben tener en cuenta?
  • ¿Cómo percatarse si una dificultad o característica que llama la atención es lo suficientemente preocupante como para consultar?
  • ¿Cómo saber si lo que pasa es normal para su edad o las circunstancias que está viviendo?

Para saber qué debiese llamar la atención en un niño, es necesario tener como referente algunas nociones del desarrollo normal. Pero ¿qué se entiende por desarrollo? El desarrollo es un conjunto de transformaciones que se dan a través del tiempo desde que nace un individuo y que siguen una secuencia genética invariante. Esto significa que existen ciertas funciones que se espera que emerjan a cierta edad para los seres humanos. El desarrollo se observa a partir de las conductas, que reflejan estructuras funcionales a la base. Dichas conductas pueden ser agrupadas en diferentes áreas de funcionamiento: La cognitiva- intelectual, la de psicomotricidad y la afectivo- social. Por ejemplo, esperamos que un niño hable sus primeras palabras alrededor del año. Pero la aparición de dichos "hitos del desarrollo" en las edades esperadas no sólo depende de la disposición genética, sino también de la interacción con el medio ambiente, que actúa estimulando las disposiciones hereditarias, favoreciendo la aparición del aprendizaje y la adaptación. Así por ejemplo, un niño criado entre lobos, no hablará ningún idioma, aunque estructuralmente esté capacitando para hacerlo, y no lo hará porque le ha faltado la estimulación necesaria desde el ambiente.

El retraso en la aparición de alguno de estos hitos puede significar una serie de cosas, no todas de las cuales ameritan un tratamiento psicológico, por otra parte, puede que un leve retraso sólo signifique que su hijo tiene un ritmo o "timing" de desarrollo más lento. Sin embargo, cabe acentuar que muchos padres se quedan con esa noción, y dejan pasar importantes semanas , meses y hasta años, que ante un adecuado tratamiento harían mucha diferencia en la evolución del problema del niño.

Tener algunas nociones respecto del desarrollo no sólo se aplica a estos hitos más "visibles" de la infancia como son la aparición del lenguaje o de la marcha, también implica saber, por ejemplo, que cuando los hijos empiezan a entrar en la adolescencia, pueden ver una serie de cambios no sólo físicos sino en su carácter, como mayor retraimiento en la casa, y algún grado de rebeldía u oposición, que son esperables y normales en el desarrollo.


Trastornos que se presentan en niños y adolescentes

Volvamos a nuestra clasificación inicial respecto de las áreas del desarrollo: planteamos la cognitiva- intelectual, la de psicomotricidad y la afectivo- social. Para efectos de lograr una mayor facilidad en la comprensión de los trastornos psicológicos se han agrupado y se señalarán muy brevemente, relacionado a cada una de éstas áreas. En ésta clasificación se debe agregar una más, que es la de los "Trastornos generalizados del desarrollo", pues éstos comprometen todas las áreas y se hacen evidentes desde los primeros años de vida del niño.

Los trastornos que tienden a generar más consultas psicológicas son aquellos correspondientes al área afectivo-social; estos corresponden a por ejemplo, a trastornos ansiosos, depresivos, obsesivos que pueden o no corresponder a la reacción a un evento en particular de la vida del niño o adolescente. También en esta esfera se contemplan los trastornos del desarrollo de la personalidad, los que se manifiestan más notoriamente en el área afectivo- social, específicamente en la manera que tiene el niño o joven de relacionarse con los demás, consigo mismo y el mundo.

Se señalan los trastornos en el siguiente cuadro:

Estos trastornos se pueden presentar de diferentes maneras, por lo que no son fáciles de identificar. La manifestación de los trastornos puede variar por algunos factores, por ejemplo, la personalidad que se está desarrollando a la base. Es diferente un trastorno ansioso en un niño que está desarrollando un marcado rasgo obsesivo que un trastorno ansioso en uno que no presenta la acentuación de dicho rasgo. También varía la manifestación de los trastornos dependiendo de la edad del niño o adolescente. Mientras más pequeño o menor, los síntomas suelen estar más ligados a lo corporal. Así por ejemplo, mientras en un adulto que presenta un cuadro depresivo, lo más característico es el ánimo decaído y la gran dificultad para obtener placer o disfrute de cualquier actividad; en niños y adolescentes el ánimo se puede presentar, en lugar de melancólico, irritable y no son capaces de verbalizar si es que obtienen o no disfrute de las cosas, sino que se expresa a través de trastornos somáticos, por ejemplo, quejas vagas, dolores de estómago, asma, enuresis, dificultades de alimentación o de sueño. Mientras es más grande, puede aparecer disminución de la sociabilidad o aislamiento social, un aumento o una disminución notable de la actividad, dificultades en la concentración, sentimientos de culpa o auto desprecio, conductas agresivas, mentiras, robos o bien conductas riesgosas para el joven. Ya entre los 13 y 18 años, aunque pueden seguir apareciendo síntomas ligados a lo corporal, puede aparecer también la pérdida del placer en las actividades, los pensamientos acerca de la muerte y suicidio, la conducta antisocial, ligado a muchos de los síntomas ya mencionados como los trastornos del sueño o del apetito.

Es importante tener en cuenta lo señalado pues muchas veces los padres atribuyen a la "rebeldía", la "flojera", la "regalonería", etc. aspectos que en concreto corresponden a un cuadro importante, que hace sufrir a su hijo/a.

Los cuadros clínicos como el depresivo antes descrito son, a veces, más fáciles de identificar, porque aparecen en un determinado momento y los papás o profesores identifican que "este niño ya no es el mismo de antes". Pero otro tipo de cuadros son más escurridizos para los ojos de padres y profesores, puesto que más que un quiebre representan un desarrollo. Es decir, no es algo que de repente aparece sino que es un conjunto de características que siempre han estado ahí y que se han ido intensificando o manifestándose de distintas maneras a lo largo del desarrollo; lo anterior es válido para los trastornos generalizados del desarrollo y para los trastornos del desarrollo de la personalidad, entre otros.

Para captar algunos elementos centrales que tienen que tener en cuenta los padres para detectar anomalías en sus hijos es de primera importancia tener en cuenta lo siguiente: conozca a sus hijos, tenga nociones lo más claras posibles de cómo son y cuáles son sus actividades habituales, de manera que cualquier cambio no atribuible a los cambios propios del desarrollo le pueda llamar la atención.

Los trastornos psicológicos se pesquisan a través de sus síntomas y éstos pueden ser de variada índole por lo que , si tiene alguna duda, vale la pena hacer una pequeña revisión mental de algunos aspectos que se señalan a continuación, pero antes tenga en cuenta que cualquier problema que le preocupe puede ser objeto de atención médica, y debe descartarse cualquier anomalía de este tipo antes de acudir a una explicación psicológica.


Áreas a revisar:

  • - Los patrones de alimentación. ¿Hay algún cambio? Disminución o aumento del apetito? ¿Fijación en ciertos tipos de alimentos o ingestión de sustancias extrañas? ¿Dietas extremas o atracones?
  • - Los patrones de sueño. ¿Cómo duerme su hijo? ¿De pronto se despierta en las noches? ¿Ha comenzado a presentar pesadillas con mucha frecuencia? ¿Se orina en las noches? ¿Presenta rituales de conducta rígidos antes de dormirse? ¿Duerme mucho? ¿Muy poco?
  • - La atención y concentración. Se alteran en casi todos los trastornos psicológicos. ¿Está presentando problemas de este tipo su hijo? ¿Son recientes o habituales? ¿Van acompañados de angustia? ¿Se encuentran asociados a una baja en su estado de ánimo? ¿Se acompaña de hiperactividad o irritabilidad?
  • - Rendimiento escolar. ¿Ha aumentado o disminuido? ¿Tiene dificultades persistentes en determinadas áreas?
  • - El Juego. ¿Juega su hijo? ¿Ha dejado de jugar? ¿Nunca ha jugado? ¿A qué juega? ¿Con qué o con quienes?
  • - Relaciones Sociales. ¿Busca tener relaciones sociales? ¿ Es aceptado o rechazado por sus pares? ¿ Es capaz de establecer relaciones duraderas? ¿Lo invitan a cumpleaños? ¿Cómo se comporta en ellos? ¿Cómo se comporta ante los adultos?
  • - El nivel de actividad ¿ha aumentado o disminuido su nivel de actividad? O, por el contrario ¿le ha llamado siempre la atención por su bajo o alto nivel de actividad?
  • - El estado de ánimo. ¿ Ha visto a su hijo irritable, enojón? ¿ Triste o de ánimo cambiante? ¿Ansioso, inquieto? ¿Llora o hace pataletas intensas y frecuentes? ¿Se involucra frecuentemente en peleas o riñas?
  • - Las Conductas. ¿ Ha visto en su hijo conductas que le llaman la atención? ¿Intereses bizarros o muy restringidos? ¿Conductas que repetidamente sobrepasan los límites como el consumo de alcohol u otras sustancias? ¿Conductas que persistentemente desafían las normas del colegio o la casa? ¿Miedos, verbalizaciones, dibujos que le inquieten?

Es de gran relevancia observar lo que ocurre en la vida de sus hijos, algunos niños o adolescentes son más vulnerables y presentan mayores dificultades para lidiar con estresores como las dificultades escolares, sociales o familiares. Debe ser capaz de mirarse como familia y determinar de qué manera se puede servir de apoyo y guía para sus hijos; nunca está de más hacerse algunas preguntas respecto de su funcionamiento como padres y como familia que pueda ayudarle a ponerse en el lugar de su hijo/a: ¿Qué expectativas tengo de mi hijo? ¿Estas expectativas, van acorde a sus intereses y capacidades? ¿Me intereso por lo que le gusta a mi hijo/a, sus juegos, sus hobbies, la música que escucha, sus amigos y amigas? ¿Juego con mi hijo/a? Si tengo conflictos matrimoniales o soy separado/a o soltero ¿Sé cómo se siente mi hijo/a al respecto?

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