Contener los berrinches versus manejar las crisis emocionales

Por Amanda Morin

De un vistazo

  • Los berrinches y las crisis emocionales no son lo mismo.
  • Cada tipo de explosión requiere de un enfoque diferente.
  • Existen estrategias que pueden prevenir o reducir los dos tipos de conducta.

Los berrinches y las crisis emocionales son dos tipos de explosiones emocionales diferentes y, por lo tanto, la manera de manejarlas también difiere. Estas son algunas estrategias para cada caso.

Maneras de contener un berrinche

Generalmente los niños tienen cierto grado de control sobre los berrinches, por lo que hay diferentes formas de intentar evitarlos o detenerlos cuando ocurren.

  1. Acordar una señal que indique frustración. Decida con su hijo una señal discreta que usted puede usar para indicarle que está comenzando a frustrarse. Practique la señal cuando su hijo esté calmado y hablen sobre lo que él puede hacer cuando vea la señal.
  2. Crear un lugar tranquilo. Encuentre un lugar en su casa que su hijo pueda usar para calmarse y donde se sienta seguro. Explíquele que es un lugar tranquilo y no un lugar de castigo. Al principio, tal vez tenga que recordarle que se dirija allí cuando se sienta molesto.
  3. Identificar la causa. Saber el motivo de un berrinche facilita poder controlarlo. Puede ser útil para encontrar una solución en el momento y ayudar a su hijo a encontrar una mejor manera de lidiar con la situación la próxima vez.
  4. Tener expectativas y consecuencias claras. Deje saber a su hijo lo que usted espera en ciertas situaciones. Explíquele qué sucederá si sus expectativas no se cumplen.
  5. Discutir la situación. Su hijo puede que no esté actuando apropiadamente, pero eso no significa que sus emociones no sean reales. Reconozca lo que lo está molestando y ayúdelo a identificar sus emociones. Por ejemplo: “Sé que estás molesto conmigo porque te dije que apagaras el videojuego. Yo también me enfurezco cuando tengo que dejar de hacer algo que me gusta”.
  6. Ignorar la conducta de berrinche. Con algunos niños la respuesta más eficaz es no reaccionar. Si el berrinche de su hijo aumenta con la atención que recibe cuando usted está tratando de contenerlo, puede que sea mejor que le dé tiempo y que no reaccione.
  7. Refuerce el auto control y las conductas apropiadas. Elogie a su hijo cuando sea capaz de controlarse y calmarse. Indíquele específicamente qué es lo que está haciendo bien. Por ejemplo, “sé que estás muy enojado y te resulta difícil dejar de gritar. Lo hiciste muy bien cuando hiciste un esfuerzo por calmarte. Ahora podemos hablar sobre eso tranquilamente”.

Maneras de manejar una crisis emocional

Las crisis emocionales son más extremas que los berrinches, y por lo tanto, es más complicado manejarlas. Conocer cuáles son los desencadenantes y las señales de que la crisis se está intensificando puede evitar una explosión mayor. Pero, aunque no pueda detener una crisis emocional, hay maneras de responder para ayudar a su hijo a retomar el control.

Antes de la crisis emocional

  1. Conozca los desencadenantes en su hijo. Estos no son iguales en todos los niños. Para algunos niños podría ser una sobrecarga sensorial o emocional. Para otros podría ser demasiadas exigencias, cambios inesperados, miedo o dolor. Si conoce los factores que desencadenan una crisis en su hijo, puede tratar de evitarlos.
  2. Esté atento y tome nota de los patrones. Esto puede ayudar a que conozca cuáles son los desencadenantes en su hijo. Puede que note que su hijo se vuelve más ansioso o tiene más problemas a cierta hora del día. Por ejemplo, si las crisis tienden a ocurrir cerca de las horas de las comidas o de irse a dormir, el hambre o el cansancio podrían ser los responsables. O podría notar que los lugares donde suceden las crisis tienen algo en común, como el hecho de que son ruidosos o están llenos de gente.
  3. Reconozca las señales de que la crisis está aumentando. Su hijo puede que manifieste señales de advertencia cuando tiene problemas para manejar sus emociones. Si usted se da cuenta a tiempo, podrá ayudarlo a calmarse antes de que pierda el control. Señales de advertencia comunes incluyen:
    • Dificultad para pensar con claridad, tomar decisiones o responder preguntas
    • Repetir ideas y preguntas una y otra vez
    • Negarse a seguir instrucciones o a cooperar
    • Tratar de bloquear un estímulo sensorial o intentar esconderse o escaparse
    • Aumento de la actividad física, como caminar de un lado a otro y no poder quedarse quieto
    • Quejarse de síntomas físicos como mareo o palpitaciones
  4. Trate de desviar la atención del desencadenante. La fase de intensificación puede ser interrumpida en algunos niños. Intente distraerlo con otra cosa o encamínelo hacia otra actividad.
  5. Sea paciente. Su instinto puede que sea actuar rápidamente para evitar que la crisis aumente, pero hablar rápido y alto puede empeorar las cosas. Déle más tiempo para procesar lo que usted le está diciendo. Use oraciones breves y concretas que eliminen la opción de tomar decisiones.

Durante la crisis emocional

  1. Evalúe la seguridad. Cuando su hijo está gritando y lanzando cosas, puedesentirse como una emergencia. Pero no significa que lo sea. La pregunta a considerar es: ¿Alguien está lastimado o en riesgo de hacerse daño?
  2. Tranquilícelo. Puede requerir que haga pruebas para saber si durante una crisis su hijo prefiere distancia física o que lo toquen o abracen con firmeza. En cualquier caso, es mejor que su voz y su lenguaje corporal transmitan calma. Asegúrese de que su hijo sepa que cuenta con usted y que entiende que él se sienta atemorizado y fuera de sí.
  3. Déle espacio. Si está en un sitio público, trate de mover a su hijo a un lugar más tranquilo. Si está en la casa, trate de que se dirija al lugar de la casa en el que suele sentirse a gusto. Cuando no sea posible que su hijo se mueva de lugar, pídale a las personas que le den más espacio.
  4. Disminuya la intensidad. Apague la luz, no haga ruido y trate de no acercarse demasiado a su hijo. Si está en la casa y su hijo no puede o no quiere irse a su habitación, intente hacerse a un lado (su hijo puede sentirse atrapado si usted se para frente a la puerta).
  5. Piense en un plan para después de la crisis. Comience a pensar cómo comunicarse con su hijo después de la crisis sin reiniciarla. Puede que tenga que olvidarse de su plan de ir de compras. Si la crisis fue desencadenada por una conversación emocional, puede que tenga que dejar de hablar de ese tema y encontrar otra forma de enfocarlo la próxima vez que lo intente.

Después de la crisis emocional

  1. Tiempo para recuperarse. Una vez que su hijo empieza a calmarse, podría sentirse avergonzado o culpable de su explosión emocional. También puede que se sienta físicamente exhausto. Déle tiempo para que se recupere.
  2. Busque el momento adecuado para hablar. Quizás quiera ayudar a que su hijo reflexione sobre lo que pasó. Hacerlo inmediatamente después de la crisis no es el mejor momento. Estas son algunas maneras de hacerlo cuando ambos estén calmados:
    • Avísele con antelación. Déjele saber que van a hablar para que esté enterado con antelación. Asegúrele que no está metido en problemas.
    • Sea breve. Hablar sobre una crisis puede causar que los niños se sientan arrepentidos y a la defensiva. Diga lo que tiene que decir, pero evite repetir la misma información.
    • Confirme que entiende. Pida a su hijo que le repita de qué hablaron usando sus propias palabras. Responda cualquier pregunta que él pudiera tener. Si han decidido un plan de acción, pídale que lo resuma.

Tenga en cuenta que manejar berrinches y crisis emocionales requiere práctica. Aprender a reconocer las señales y enseñar a su hijo habilidades para manejarlas, puede ayudarlos a que ambos encuentren maneras de responder más eficazmente en el futuro.

Puntos clave

  • Saber el desencadenante puede ayudar a que las crisis emocionales se vuelvan más grandes.
  • Ignorar los berrinches a veces puede pararlos.
  • Crear un “espacio de calma” puede ayudar tanto con los berrinches como con las crisis emocionales.

Acerca del autor

Retrato de Amanda Morin

Amanda Morin trabajó como maestra en el salón de clases y como especialista de intervención temprana durante 10 años. Es la autora de The Everything Parent’s Guide to Special Education. Dos de sus hijos tienen dificultades de aprendizaje.

 

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Vanessa Pastore, MA, OTR/L, es una terapeuta ocupacional pediátrica especializada en integración sensorial. Tiene una clínica privada en Nueva York.