El Padre ha Perdido su Rol de Autoridad / Revista Ya Junio 2004 Diarioo El Mercurio / por Sergio Canals Lambarri Médico Cirujano P.U.C. Psiquiatría Infanto Juvenil U. De Chile. Diplomado en Filosofía U. Padre Hurtado. / Ceril 200
"Los hijos están resintiendo la falta de padre, porque ya no están para conversar con ellos, ni siquiera para confrontarlos.
Texto Karim Gálvez V. Fotografías Carla Pinilla
Sergio Canals, el conocido autor de "El poder de la caricia", es un estudioso de la paternidad. En su oficina tiene cerros de libros con páginas marcadas con algún dato interesante que hable sobre la situación actual del padre, algún pensamiento, alguna cifra, y lo sorprendente es que a medida que va conversando sabe exactamente dónde encontrar el párrafo que lo representa. Se nutre del español Fernando Savater, del francés Emmanuel Lévinas, del americano Christopher Lash, todos investigadores que en sus ensayos plantean ideas tan provocadoras como que estamos frente a la abolición de la figura del padre en la sociedad, o que la forma tradicional de autoridad sólo está predisponiendo a la inseguridad de los hijos.
Canals se apega a los estudios para lanzar sus propias opiniones. "La cultura, al marcar cada vez más la necesidad de dejar atrás los modelos de padres conservadores y rígidos, para dar paso a otros de papás más flexibles, ha puesto en jaque el cómo hacer paternidad. Los mayores no han abdicado y continúan con su rol tradicional, pero los de edad media, de entre treintitantos y 50 años, están confusos". Habla de un padre eclipsado, cuestionado, de un no-padre. "En esta sociedad narcisa la figura paterna ha perdido su rol en términos de incorporar la autoridad, modelar el deber, y eso sucede porque los padres no están o han abdicado de esos roles".
- ¿Qué tan importante es su presencia?
- Hoy es imposible hablar del desarrollo potencialmente normal del niño sin tener las dos figuras presentes en la relación amorosa. Desde pequeño, construye un modelo mental de sus padres, y en el futuro eso se despliega en las motivaciones para acercarse amorosamente al sexo contrario. Si falta la figura paterna se origina un vacío, y no puede construirla o lo hace imaginariamente. Todo ello explota en la adolescencia.
- ¿Está faltando efectivamente el padre?
- Estamos frente al no-padre. Cuando no está, por una separación, por ejemplo, en el caso de la adolescente, ella siente que la abandonaron. Para la joven es muy importante que esté con ella y su madre como figura protectora, y desde el momento en que el papá se va o desaparece, se destruye. Una de las cosas que más le causa conflicto es no poder perdonarlo. Lo que veo más bien es rabia, frustración, resentimiento. Pasará mucho tiempo antes de que diga: Entiendo que no esté conmigo.
- ¿Qué sucede con el hijo hombre?
- Si la imagen es percibida lejana, o sólo desde el conflicto, hay una parte de él que niega identificarse con el hombre-padre. Puede incorporarlo como alguien malo, que no está en lo cotidiano cuando lo necesita, y buscar otras figuras que llenen el espacio para sentirse acogido. No podemos olvidar que el padre está asociado con normas y valores, pero al no existir un mecanismo regulador, los impulsos se liberan fuertemente y sin control. Todo este proceso explica que aumenten los riesgos de abuso de alcohol y drogas, los trastornos del ánimo, como la depresión y el desarrollo normal de la sexualidad. Como camino para subsanar la pérdida, el joven comienza a sentir más fuerte la necesidad del vínculo amoroso y puede utilizar la sexualidad como herramienta. Eso explica también que la falta de padre de alguna manera se conecte también con el riesgo de sexualidad precoz y embarazo adolescente.
- Este proceso también pueden vivirlo jóvenes que tienen a sus papás juntos.
- El padre que vive en la casa, pero que no está emocionalmente, genera una gran cantidad de riesgos similares al que abandona, especialmente durante la preadolescencia y adolescencia, que es cuando más debiera estar desde el punto de vista afectivo.
- ¿Por qué en este período?
- Se da una paradoja: para que el adolescente pueda ser autónomo necesita a los padres presentes; externamente realizan comportamientos de independencia, pero siguen sintiéndose como niños que demandan la presencia de adultos que los contengan. Si éstos no aparecen, el proceso se dificulta, les produce una sensación angustiosa poderosísima. Quieren ser libres pero no pueden porque necesitan alguien que los guíe; resulta difícil de resolver. Se altera la construcción de identidad.
- ¿Puede la mamá asumir ese rol normativo?
- Es muy díficil. Yo veo los conflictos gigantescos que se generan. Muchas madres dicen yo soy mamá y papá a la vez, pero les va pésimo con los hijos, pelean todos los días y se quejan de que no les hacen caso. Son incapaces de ejercer el rol de autoridad, porque de alguna manera la madre siempre está asociada a la contención, la acogida, la comprensión amorosa, y no a la fijación de orden, al rol del padre.
- ¿Por qué los hijos confían y admiran más a la madre?
- Creo que el factor más poderoso es precisamente el padre ausente, que está demasiado lejano de la realidad del hijo y que tiene que resolverlo con el soborno, es decir, darle lo que necesita para obtener ciertos cambios. El hijo está resintiendo que no esté para confrontarlo, discutir e incluso tener conflictos en términos de lo que el papá cree que el hijo debe hacer y lo que éste quiere. Hay poca conversación entre ellos, no hay confianza, en el fondo no se ha abierto a acoger al hijo, duda en cómo ser padre.
- ¿Y por qué con las madres eso no sucede?
- Hay una diferencia básicamente biológica, de esencia. La madre, desde el momento de la procreación, crea vínculos de apego y amorosos infinitamente más poderosos que los que constituye el padre; para éste el aprendizaje es más difícil y costoso. A la mujer le resulta más natural.
- ¿Sigue habiendo estilos de paternidad?
- Aunque no se puede generalizar, y tampoco tiene que ver con la edad, según mi experiencia, existen posturas heterogéneas, lo que tampoco es nuevo. Un grupo enfatiza muy fuertemente la autoridad, con modelos basados en estructuras valóricas muy precisas en términos del deber, y por otro lado se encuentran los que han ido incorporando una visión más progresista, en que el peor extremo es el padre indulgente, indiferente, porque simplemente no está presente y genera que el niño se sienta abandonado y muy poco querido. También es malo el padre autoritario, con alto control, pero si tuviera que elegir, me parece que es preferible este último.
- ¿Cómo es el papá que necesitamos?
- Uno que ejerza su rol de autoridad con afecto. A lo mejor con el estilo materno, más acogedor desde el punto de vista emocional, y más presente. Que no abdique de su control y rol de autoridad, pero que sienta la obligación de ser más cercano emocionalmente con su hijo, que sepa escucharlo y comprenderlo, aunque de algún modo eso violente algo que le parece poco natural.
- ¿Se quejan los papás de sus hijos?
- Depende de la edad. De los hijos chicos, nada. Al revés, yo creo que cada vez disfrutan más la etapa de acompañarlos y salir juntos. Yo tengo un nieto chico y lo paso bien con él, vive en la casa conmigo... El problema comienza cuando se da el conflicto natural del intento del padre de ejercer control, y del preadolescente para realizar su propio proyecto de vida.
- ¿Les frustra que no les hagan caso?
- Ciertamente. El que no obedezcan en los horarios de estudios, por ejemplo. Muchos todavía tienen expectativas sobre las profesiones de sus hijos, lo que está provocando que algunos adolescentes sientan que sus papás están decepcionados de ellos, porque siguen un camino distinto al que el adulto quisiera. Todavía está presente el ojalá seas ingeniero comercial, cuando el joven en verdad desea ser actor. Es una lucha titánica y sutil, porque nunca es expresada, lo que genera atmósferas bastante destructivas.
- ¿Los adolescentes hombres sienten más fuertemente esas exigencias?
- Aunque la gente diga que todo ha cambiado, la verdad, verdad, es que todavía sigue impregnada la visión del hombre como proveedor, por lo tanto con ellos son más severos. Aunque reconozco que ahora, que hay más mamás que trabajan, y que son exitosas, también se está dando el fenómeno de la exigencia de la madre sobre la hija.
- ¿Han influido las mujeres en que los padres deseen abdicar de la autoridad?
- Se está produciendo un fenómeno de cambio que perturba de algún modo lo que antes era bastante más claro y estable, y en el que las madres también influyen. Cuando conversamos sobre sus hijos, he escuchado más que antes a la mujer diciéndole al marido: Eres muy blando. Y de pronto hay jóvenes diciendo: El papá es el que más me escucha y me comprende.
- ¿Están siendo buenos padres?
- Son padres de hoy, con más conflictos y tensiones. La paternidad encierra un misterio. El hijo es un otro, pero que va a llevar siempre en su esencia lo que es su padre, en su identidad, su visión del mundo,y yo creo que el conflicto del rol del padre termina por explotar en esta necesidad estricta de aceptar que finalmente el hijo no es su posesión ni su propiedad. Hoy cuesta más que el padre sea su hijo y el hijo sea su padre.
- ¿Qué culpa sienten los padres sobre su propio rol?
- No haberlo hecho bien, no haber querido lo suficiente y no haber estado presente o accesible cuando sus hijos quisieron que los acompañaran. Ésa es la culpa.
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