Saber sus efectos tomaría hasta cinco años más:
Un iPad calma a un niño inquieto pero, ¿cómo afecta su desarrollo?
Mientras más televisión ven en sus años de formación, más propensos están a los problemas de atención. Algo así ocurriría con las tabletas, dice el director del Centro para la Salud en el Hospital Infantil de Seattle.
BEN WORTHEN La creciente pasión de los niños por los iPads, iPhones y aparatos con pantallas táctiles similares, plantea muchas preguntas para los padres.
Durante años, los niños se han sentado cerca de los televisores por demasiado tiempo o pasado largas horas con videojuegos. Pero los neurocientíficos e investigadores que han estudiado los efectos del tiempo que los niños pasan frente a una pantalla sugieren que el iPad es un caso aparte.
Un niño pequeño aparta su mirada del televisor 150 veces por hora, dice Daniel Anderson, un profesor emérito de psicología de la Universidad de Massachusetts. Sus estudios de los últimos 30 años también concluyen que los niños tienen dificultades para saber qué parte de la pantalla del televisor mirar.
Una aplicación bien diseñada para el iPad es más atractiva porque usualmente el lugar de la pantalla que el niño toca es donde ocurre la acción.
Muchos investigadores esperan que esto ayude a los niños a aprender. Un estudio que utilizó un iPod Touch y que fue patrocinado por el Centro Joan Ganz Cooney de Sesame Workshop, la organización sin fines de lucro detrás de Plaza Sésamo, encontró que niños entre 4 y 7 años mejoraron en sus pruebas de vocabulario luego de usar una aplicación educativa llamada "Martha habla". Los 13 niños de 5 años registraron una mejora promedio de 27%. Un estudio que utilizó otra aplicación educativa produjo un resultado similar, con un avance de 17% entre niños de 3 años.
En muchas formas, un niño pequeño que usa un iPad es un conejillo de indias. La tableta de Apple salió al mercado hace apenas dos años y las investigaciones sobre sus efectos en el desarrollo infantil tomarían entre tres y cinco años.
El iPad y aparatos similares permiten a los niños interactuar con la tecnología a una edad temprana nunca antes vista. Los dedos pequeños que aún no pueden manipular un ratón u operar una consola de videojuegos pueden navegar la pantalla táctil de una tableta.
Algunos padres comparten sin problema sus tabletas con sus hijos, aludiendo a las muchas aplicaciones que se promocionan como herramientas educativas. Otros no.
Preocupación de los padres
A los padres les preocupa que las tabletas hagan a sus niños más sedentarios y menos sociables. También se preguntan qué pasa en el cerebro de los pequeños cuando usan el aparato. Al momento del nacimiento, el cerebro ha formado casi 2.500 sinapsis (las conexiones que le permiten transmitir señales) por neurona. El número crece a cerca de 15.000 por neurona a los 3 años y con el tiempo va bajando.
Mientras más televisión vean los niños durante los años de su formación, más propensos son a tener problemas de atención en el futuro, señala Dimitri Christakis, director del Centro para la Salud, el Comportamiento y el Desarrollo Infantil, en el Hospital Infantil de Seattle. El estudio se basó en observaciones, no investigación en laboratorio, agrega. Otros estudios no han hallado tal correlación. Aunque Christakis no ha estudiado la interacción entre niños y tabletas, sospecha que el efecto puede ser similar, o quizá hasta más significativo. Una de las fortalezas del iPad -que es interactivo- "podría ser la debilidad", señala el doctor.
El hijo de 2 años de Julia Campins recibió un iPad de regalo en diciembre de parte de su abuelo. La mayor parte del tiempo lo usa para disfrutar de cuentos hablados y juegos sobre animales. Campins dice que el aparato mantiene a su hijo calmado y entretenido durante vuelos. Ella y su esposo le dan la tableta al niño sólo cuando necesitan distraerlo.
"Hace un año, mi esposa y yo compramos un iPad y dejamos que nuestro hijo de 4 años lo usara. Su conocimiento de palabras pareció elevarse inmediatamente, pero también notamos que cuando usaba el aparato no respondía cuando lo llamábamos".
"Se está concentrando", dice Sandra Calvert, profesora de la Universidad de Georgetown.
Hay una leve diferencia: el niño decide cuándo termina de armar una torre de bloques; en un iPad, es la aplicación la que determina cuándo se ha completado la tarea de manera correcta. Los investigadores no se han puesto de acuerdo sobre si esta diferencia tiene algún impacto sobre el niño.
"No pasó mucho tiempo para que quitarle el iPad a nuestro hijo en las noches se convirtiera en una batalla. Muchas aplicaciones infantiles están diseñadas para estimular la activación de dopamina, el químico del cerebro usualmente asociado al placer. Decidimos quitarle el iPad a nuestro hijo, y ahora casi ni se acuerda de él".
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